domingo, 11 de septiembre de 2011

12. Gilgamesh llega a las aguas de la muerte y las cruza junto a Ur Shanabi. Encuentro con Um Napishti.

Uruk en su momento de mayor esplendor. Reconstrucción gráfica.



Columna IV[1]

GILGAMESH Y UR SHANABI

Una vez que Gilgamesh ha destrozado en su furor (a ‘los de piedra’),

regresa y hace frente (a Ur-Shanabi).

Ur-Shanabi lo mira a los ojos,

Ur-Shanabi habla a Gilgamesh así:

“Dime, ¿cómo te llamas? El barquero 5

yo soy, Ur-shanabi, el hombre del lejano Um-napishti.”

Gilgamesh responde a Ur-Shanabi en estos términos:

“Me llamo Gilgamesh;

soy el que ha llegado desde Uruk, morada de los dioses, 10

el que ha atravesado las montañas

y ha cumplido la larga etapa que hace el sol después de levantarse,

y ahora que estoy ante tí, Ur-shanabi,

revélame la morada del lejano Um-Napishti.”

Ur-Shanabi le responde a Gilgamesh diciendo:

(laguna)

Columna III[2]

“¿Por qué tu fuerza está aniquilada y tu rostro se vuelve hacia la tierra?

¿Por qué tu corazón está enfermo

y tus rasgos desfigurados?

¿Por qué el dolor roe tus entrañas? 5

Tu rostro se parece al de quien viene de lejanos viajes;

la desolación se lee sobre tu figura,

¡y andas errante a través del llano!”

El divino Gilgamesh responde:

¿Cómo mi fuerza no ha de estar aniquilada

y mi rostro no ha de volverse hacia la tierra?

¿Cómo no ha de estar enfermo mi corazón, y 10

mis rasgos no han de estar desfigurados?

¿Cómo el dolor no ha de roer mis entrañas?

¿Cómo no ha de parecerse mi rostro al de un hombre que viene

de lejanos viajes?

¿Cómo no ha de mostrarse la desolación en mi figura,

y cómo no he de andar errante a través del llano?

Mi amigo, mi querido amigo, 20

con el que he caminado por montes y valles,

con quien capturé al toro celeste,

con quien he dado muerte a Humbaba, que residía en el bosque de los cedros,

mi amigo, quien conmigo exterminaba los leones,

mi amigo, que me ha acompañado en todos los peligros, 25

Enkidu, mi amigo, quien conmigo exterminaba los leones,

Enkidu, mi amigo, quien me ha acompañado en todos los peligros,

¡ha llegado al término de su destino!

Seis días y seis noches le he llorado;

después, lo he conducido a su tumba.

Ahora siento miedo, temo la muerte, y he huído a través de la campaña.

Las últimas palabras de mi amigo son como un peso que me abruma;

quiero ir bien lejos, por el llano.

¡No sé cómo callarme; no sé cómo gritar!

Mi amigo, a quien he amado, no es más que fango; 30

Enkidu, mi amigo, a quien he amado, no es más que fango:

¿No iré como él a dormirme, para no levantarme más?”

Gilgamesh dice además a Ur-Shanabi, el barquero:

“Y ahora, Ur-Shanabi, ¿cuál es el camino

para llegar a Um-Napishti?

¿Cuál es el signo para reconocerlo? Dímelo, enséñame ese signo.

Si el viaje es accesible, atravesaré el mar; 35

si el viaje no puede ser, iré por tierra.”

Ur-Shanabi responde a Gilgamesh, hablándole así:

“Con tus manos, ¡oh Gilgamesh!,

has hecho pedazos a ‘los de piedra’:

‘los de piedra’ están destrozados.

Ahora blande, oh Gilgamesh, el hacha que pende a tu costado, 40

ve hacia el bosque y corta varas de sesenta codos cada una;

úntalas con brea y tállalas en punta; después las traerás.”

Cuando Gilgamesh hubo escuchado estas palabras,

blande el hacha que pendía a su costado, saca el puñal

que estaba puesto en su cintura,

va hacia el bosque y corta varas de sesenta codos; 45

las unta con brea y las corta en punta; después las lleva a Ur-Shanabi.

Gilgamesh y Ur-Shanabi embarcaron;

la barca fue puesta en el agua, y ellos navegaron

durante un mes y quince días. Al cabo de tres días más,

Ur-Shanabi observa,

y he aquí que habían alcanzado las aguas de la muerte. 50

Columna IV

CRUCE DE LAS AGUAS DE LA MUERTE

Ur-Shanabi se dirige a Gilgamesh, hablándole así:

“Acércate, Gilgamesh, (toma una vara)

y que las aguas de la muerte no rocen tus manos;

toma una segunda, una tercera y una cuarta vara, ¡oh Gilgamesh!,

toma una octava, una novena y una décima vara, ¡oh Gilgamesh!,

toma una undécima y una duodécima vara, ¡oh Gilgamesh!”

Al cabo de ciento veinte, Gilgamesh ha agotado las varas; 9

entonces se despoja de su ropa y la fija a un palo que levanta con sus manos.

Desde la orilla, Um-Napishti contempla el horizonte;

habla consigo mismo en estos términos,

interrogándose:

“¿Por qué la nave está desamparada 15

y por qué alguien que no es su tripulante está sobre la nave?

Aquel que arriba, ¡no es un hombre!

Yo lo observo: ¡no es un hombre!

Yo lo observo: ¡no es un hombre! 19

(Laguna de veintidós líneas que debían describir el desembarco de

Gilgamesh.)

GILGAMESH Y UM NAPISHTI

Cuando Um-Napishti se dirige a Gilgamesh, le habla así:

“¿Por qué tu fuerza está aniquilada y tu rostro se vuelve hacia la tierra? 2

¿Por qué tu corazón está enfermo y tus rasgos están desfigurados?

¿Por qué el dolor roe tus entrañas? 5

Tu rostro se parece al de aquel que viene de lejanos viajes;

la desolación se lee sobre tu figura,

y andas errante a través del llano.”

Gilgamesh responde:

“¿Cómo mi fuerza no ha de estar aniquilada

y mi rostro no ha de volverse hacia la tierra?

¿Cómo no ha de estar enfermo mi corazón, y

mis rasgos no han de estar desfigurados?

¿Cómo el dolor no ha de roer mis entrañas?

¿Cómo no ha de parecerse mi rostro al de un

hombre que viene de lejanos viajes?

¿Cómo no ha de mostrarse la desolación en mi figura,

y cómo no he de andar errante a través del llano?

Mi amigo, mi querido amigo,

con el que he caminado por montes y por valles,

con quien he capturado al toro celeste,

con quien he dado muerte a Humbaba, que residía en el bosque de los cedros;

mi amigo, quien conmigo exterminaba los leones,

mi amigo, quien me ha acompañado en todos los peligros,

Enkidu, quien conmigo exterminaba los leones,

Enkidu, que me acompañaba en todos los peligros,

¡ha llegado al término de su destino!

Seis días y seis noches lo he llorado;

después, ¡lo he conducido hacia su tumba!

Ahora siento miedo, temo a la muerte, y he huído a través de la campaña;

las últimas palabras de mi amigo son un peso que me abruma,

y quiero ir bien lejos, por el llano.

¡No sé cómo callarme, no sé cómo gritar!

Mi amigo, a quien he amado, no es más que fango;

Enkidu, mi amigo a quien he amado, no es más que fango.

¿No iré como él a dormirme, para no levantarme jamás?”

Columna V

Gilgamesh dice además a Um-napishti:

“Yo he dicho: quiero ir a ver al lejano y renombrado Um-Napishti.

He recorrido todos los países; 25

he franqueado montes escarpados, he atravesado todos los mares,

y no he hallado la felicidad.

Me he condenado a la miseria, y he llenado mi carne de dolores.

No había aún alcanzado la morada de la tabernera, 30

cuando mis ropas eran ya girones;

he vivido con el pájaro “Kasu”, ...

el león, la pantera, el chacal, el ciervo, la cabra montañesa, las

bestias del llano;

me he alimentado con su carne, me he vestido con sus pieles.”

(laguna)

UM-NAPISHTI ACONSEJA A GILGAMESH

Um - Napishti responde a Gilgamesh hablándole así: 36

(laguna de más de una columna)

“¿Acaso edificamos nuestras casas para siempre? ¿Acaso para siempre 26

marcamos con nuestros sellos lo que nos pertenece?

¿Es para siempre que los hermanos se reparten?

¿Es para siempre que el dios divide?

¿Es para siempre que el río llega con crueldad y trae las aguas superiores?

¿Es para siempre que el pájaro ‘Kulilu’ y el pájaro ‘Kirippu’ 30

suben hacia el sol y lo miran?

Los que duermen son semejantes a los muertos;

no hay diferencia entre el servidor y el amo

cuando han alcanzado el término que les fue asignado.

Desde la eternidad, los Annunaki, los grandes dioses se han reunido,

y la diosa Mammitu, que ha creado el destino,

con ellos estableció los destinos de cada uno.

Los dioses han decidido nuestra existencia y nuestro fin;

¡pero no nos han hecho conocer el día de nuestra muerte!” 39


[1]Texto asirio A.

[2]Texto asirio A.

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