lunes, 12 de septiembre de 2011

3. Tableta I. Introducción. Gilgamesh, su obra y su gobierno en Uruk.

Restos de la ciudad de Uruk


EL QUE VIO LO PROFUNDO

La epopeya de Gilgamesh

Tableta I

Columna I[1]

INTRODUCCION

¡El que vio lo profundo de todas las cosas y de todos los países 1

el que ha conocido todo para enseñarlo a todos,

mostrará parte de su experiencia, y cada uno la aprovechará!

Él ha poseído la sabiduría y la ciencia universal;

¡él ha descubierto el secreto de lo que estaba oculto! 5

Él lleva en sí el conocimiento de lo que fue anterior al Diluvio,

ha hecho largos viajes, ha padecido muchos trabajos,

y se han registrado sus viajes sobre una estela.

Él hizo construir el recinto en los cercados de Uruk;

del Eanna santo, del santuario puro 10

colocó la piedra fundadora. [2]

Él ha podido contemplar su obra a la que nada iguala:

ese muro que se extiende, tan recto como un cordel;

ha podido percibir su umbral que data de siempre;

ha podido acercarse al Eanna, morada de la diosa Ishtar

que ningún rey ha alcanzado, que ningún hombre igualará. 15

Sí, él ha subido por sobre el muro de Uruk; sí, por allí ha paseado;

sí, ha dirigido los ojos hacia su base y ha mirado su construcción:

¿Acaso la base no es de ladrillo cocido?

¿Acaso su gruesa obra no deja ver allí siete capas abetunadas? [3] ................ (laguna) ...............


Columna II

SOBERBIA DE GILGAMESH EN URUK

(Gilgamesh), dos tercios de su cuerpo son de dios, (sólo) un tercio es de hombre;

la forma de su cuerpo (es perfecta),

el choque de sus armas no tiene igual. 9

................... (laguna) ..................

El divino Gilgamesh no le deja un hijo a su padre; 12

día y noche, su soberbia es inmensa.

El divino Gilgamesh, él, el pastor de los cercados de Uruk,

el pastor de sus habitantes, el fuerte, el admirable, 15

no le deja una hija a su madre,

no le deja ni su hija a un valiente, ni su esposa a un héroe.

Las gentes de Uruk se han quejado a los dioses;

los dioses del cielo se han quejado a Anu, el maestro:

“Tú has creado una progenie 20

que no tiene rival.

Gilgamesh[4] no le deja un hijo a su padre; día y noche su soberbia es inmensa.

Él, el pastor que guarda los cercados de Uruk,

él, el pastor de sus habitantes,

el fuerte, el admirable, el prudente; 25

¡Gilgamesh no le deja una hija a su madre,

ni su hija a un valiente, ni su esposa a un héroe!”



[1] Texto asirio A.

[2] El Eanna, “morada celeste”, templo del dios del cielo Anu y de su hija la diosa Ishtar.

[3] Los pueblos de la Mesopotamia solían emplear el betún para ligar entre sí las camas de ladrillo de una construcción.

[4] El poeta antepone siempre a los nombres de Gilgamesh, Enkidu y Humbaba, el epíteto “divino”; aquí se lo omite para que la repetición no resulte fastidiosa.



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